Cada septiembre, cuando empiezo a explicar los sistemas económicos a mi alumnado, me encuentro con la misma cara de póker colectiva. Hasta que pongo el famoso “Diario de Corea del Norte” y entonces sí que se despiertan. Es como si de repente les estuviera enseñando los blooper de la economía mundial.

El contraste que no necesita filtros de Instagram

La diferencia entre España y Corea del Norte no es solo que nosotros podemos quejarnos del precio del café en X sin acabar cancelados. Es que estamos viendo, en tiempo real, dos formas completamente distintas de entender qué diablos hacemos con los recursos limitados del planeta.

Por un lado, tenemos a España: una economía de mercado social (una especie de, “capitalismo con sentimientos”). Por el otro, Corea del Norte: una economía planificada que lleva décadas jugando al SimCity pero sin trucos y con las consecuencias activadas.

El capitalismo del siglo XXI: ya no es lo que era

El capitalismo de 2025 poco tiene que ver con el que describía Adam Smith en el siglo XVIII. Economistas como Thomas Piketty han demostrado que la famosa “mano invisible” a veces necesita unas gafas graduadas y terapia de pareja con el Estado.

En España, lo que tenemos es lo que la economista Mariana Mazzucato llama “capitalismo de stakeholders”: un sistema donde (en teoría) importan no solo los beneficios, sino también los trabajadores, el medio ambiente y la sociedad. Es como el capitalismo original, pero que ha ido al psicólogo y ha aprendido a gestionar mejor sus emociones.

Kate Raworth, con su teoría de la “economía del donut”, nos recuerda que un sistema económico exitoso debe operar dentro de límites ecológicos y sociales. Básicamente: podemos ganar dinero, pero sin cargarnos el planeta ni dejar a la mitad de la población comiendo aire.

Corea del Norte: cuando el plan quinquenal se convierte en eterno

Mientras tanto, en Corea del Norte seguimos con un modelo de planificación centralizada que haría llorar de nostalgia a Stalin. El problema es que, como bien señala el economista Jeffrey Sachs, las economías planificadas funcionan genial… en los videojuegos.

En la vida real, cuando el Estado decide qué, cómo y cuándo producir todo, suele pasar lo que llamamos técnicamente “la has liado parda”. La falta de información de mercado, la ausencia de incentivos y la tendencia humana a mentir a los jefes cuando las cosas van mal crean un cóctel explosivo.

Los matices que se nos escapan en el recreo

Aquí viene la parte interesante: ni España es puramente capitalista ni Corea del Norte es puramente comunista. España tiene un sector público importante (sanidad, educación, pensiones) que Marx aprobaría, mientras que Corea del Norte ha tenido que permitir mercados informales para que la gente no se muera de hambre. Irónico, ¿verdad?

El economista Joseph Stiglitz habla de economías mixtas como la norma, no la excepción. Todos los países combinan elementos de mercado con intervención estatal. La diferencia está en la receta: algunos ponen más sal de libre mercado, otros más pimienta de planificación.

El futuro de los sistemas económicos: spoiler alert

En 2025, el debate ya no es capitalismo vs comunismo, sino qué tipo de capitalismo queremos. La economista británica Ann Pettifor propone un “New Deal Verde” que combine mercados con planificación ecológica. Otros, como el francés Gabriel Zucman, abogan por un capitalismo más regulado y con mayor redistribución.

Incluso hay quien habla de “postcapitalismo”. Paul Mason sugura que la tecnología digital está creando una economía donde la información (un bien infinito) es más valiosa que los bienes físicos (limitados). Es como si estuviéramos evolucionando de Monopoly a Minecraft.

La lección que nos deja el documental

Cuando vemos ese contraste entre una familia norcoreana haciendo cola para el arroz y una española discutiendo qué tipo de quinoa comprar en el Mercadona, no estamos viendo solo diferencias económicas. Estamos viendo el resultado de décadas de decisiones sobre cómo organizar la sociedad.

La economía no es solo números en una pizarra. Es la herramienta que decidimos usar para repartir oportunidades, para crear (o destruir) futuro, para construir sociedades más o menos justas.

Y si hay algo que me queda claro después de años explicando esto, es que no existe el sistema económico perfecto. Pero sí existen sistemas que funcionan mejor para más gente. Y esa, queridas familias, es la conversación que realmente importa.

¿Qué opináis? ¿Creéis que estamos evolucionando hacia algo mejor o simplemente cambiando de problemas?

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Última Actualización: septiembre 26, 2025